El otro día, durante la cena de Navidad, estuve hablando con el primo de mi chico sobre cosas muy terrenales que nada tenían que ver con el nacimiento del Niño. Estuvimos hablando de política, de los intereses individuales dentro de ese mundo que, en mi opinión, por esos mismos intereses no nos hace la vida más fácil. Hablamos del 15M, que sí sigue funcionando en Palencia con sus más y sus menos. Y, sobre todo, hablamos de educación. De la educación como yo la entiendo: llena de utopía.
Siempre he dicho que soy maestra porque quiero cambiar el mundo, por eso la utopía, pero como maestra tengo los pies en la tierra y procuro mantener la conciencia crítica. Por ello, me vi poniendo nombre a cosas que me rondan la cabeza desde hace tiempo: cómo somos en los coles. Es curioso cómo no se te pregunta cuando llegas qué se te da mejor, con qué chavales vas a hacer mejor labor. Es curioso cómo lo que sí se te pregunta es los puntos que tienes para ver "en qué orden pides". Es curioso ver cómo la gente que lleva más años en el centro se pide "los cursos cómodos" (segundo ciclo según dicen es el mejor. Yo no lo sé, no he pisado esa clase más que como especialista en mis 8 años de docencia). Es curioso, por tanto, cómo en muchos casos l@s maestr@s hablamos de calidad en la educación cuando nosotr@s mism@s no trabajamos por ella en lo que sí podemos.
Pasamos después al problema en la ESO. Según este chico, muchos abogados frustrados, muchos historiadores, físicos, matemáticos frustrados, están ahí, pasando sus ratos "enseñando" a adolescentes. Y sí, es cierto que hay mucha gente con una preparación
acojonante en algunas áreas pero completamente incapaces de ponerse al frente de un aula lleno de muchach@s con unas necesidades muy específicas. Está claro que sí, que hay, también, falta de vocación en las aulas de secundaria, pero no sólo eso. Para mí (que sólo he dado clase en secundaria dos años y dentro de un colegio en el que estaba el primer ciclo de ESO) creo que hay un problema de base: l@s chic@s no importan. Importan las materias, los números, el comportamiento... pero no importan ell@s, ni lo que sienten ni lo que piensan. Y así, los profesor@s reciben lo que dan: nada. No les quieren. Y lo triste es que tienen una hija adolescente, en 3º de la ESO, que estaba cenando allí. Le pregunté a cuántos de sus profes cree que le importa y dijo que a ninguno. La siguiente pregunta fue que cuántos se preocupan por ell@s y la respuesta fue la misma: ninguno. ¡NINGUNO! L@s chaval@s piensan que no les quieren, que no les importan más que para rellenar estadísticas (palabras textuales).
Y, ¿todavía nos preguntamos qué va mal? Quizá un poco de reflexión no nos venía mal...
Suscribo tus reflexiones Cristina; hasta que no ejerzamos una autocrítica constructiva difícilmente mejorará nuestra educación.
ResponderEliminarGracias por la entrada
Debemos poner palabras a lo que pensamos. A veces parece, por nuestro silencio, que no nos damos cuenta de la realidad que nos rodea.
ResponderEliminarGracias, como siempre, por pasarte por aquí y compartir.
Muy interesante tu reflexión Cris, y más interesante lo que dice la alumna de la ESO. Si esa es su percepción es evidente que hay cosas que hacemos mal
ResponderEliminarEs evidente, sí. Y eso es lo que me hizo pensar. ¿Qué transmitimos a los chavales?
ResponderEliminarEn mi corta experiencia en la docencia, la falta de cariño que muchos docentes muestran hacia sus alumnos es algo que me ha llamado muchísimo la atención. Frases como: "yo no tengo que aprenderme sus nombres, que no son mis hijos" o "me he dado cuenta, tras 20 años de profesión, de que además de contenedores de conocimiento, son personas" me han dejado huella en el alma. Pero hay muchas otras.
ResponderEliminarSiempre cuento que la única lección de pedagogía que yo he recibido (el CAP no puedo ni tenerlo en cuenta) me la dio mi padre, profesor vocacional ya jubilado: "a los chavales, en clase, procura darles mucho amor y mucho humor". Creo que es una receta excepcional. Y que, por otra parte, si la docencia te gusta, te sale sola.
Estoy segura de que hago muchas cosas mal, muchísimas, pero a mis alumnos, los quiero y más importante, se lo transmito. Y ellos lo agradecen. Sin lugar a dudas.
Muchas gracias, Cris, por este post tan necesario que, creo, pone voz a lo que muchos sentimos.
Un abrazo
Tristísimo, Inés, tristísimo. Y eso que la de "los 20 años de profesión" tiene un final bueno (de hecho, como ya te dije el otro día, me la apunto, aunque quite la primera parte)
ResponderEliminarY la frase de tu padre es genial. Mucho amor y mucho humor. La verdad es que eso resume muy bien parte de lo que algunos intentamos hacer (¿cómo puedes sobrevivir en un aula sin reírte?... eso merece otro post)
Muchas gracias a ti, por querer a los chavales, por hacérselo llegar y por transmitirnos tanto en este y otros mundos ;)
Hola Cris y a todos los que se asoman a este blog que me encanta haber encontrado. Te felicito Cris por tener la apertura suficiente para que aquella cena provocase tu pregunta a la adolescente que allí estaba (y que, me temo, debió ver ratificado su sentimiento). Solo soy una madre que en sus propias carnes ha vivido esa falta de interés pos los chicos y allí sí que no podemos estar. Podemos intentar mantener su ánimo pero tontos no son y esa clara percepción de que no importan a sus docentes se impone. Dicen una cosa pero hacen otra que es con la que se quedan los chicos. Después e todo es eso lo que ven que funciona. Estaré interesadísima en seguiros pues aunque mi hijo ya es grande la educación es lo más valioso e importante que podemos dejar a los generaciones que nos siguen. Acerca de tu observación tras la cena permítime recomendar la lectura de un libro que me encantó si bien también fue ocasión para tener mayor cociencia de lo que le faltaba a mi propio hijo; se trata de "Mal de Escuela" de D Pennac Ed. Mondadori. No quiero adelantar nada sobre el pero casi estoy por asegurar que a gente como vosotros os va a gustar y mucho. Prueba de que encuentro que la educación es una verdadera pasión me permite señalar (por si no lo conocierais) un par de pelis-documentales que me fascinaron. Francesas ambas "Ser o tener" y "La Clase". La primera se desarrolla en el ámbito rural y la segunda en la gran ciudad abordando en cada una de ellas las distintas problemáticas que le afectan.
ResponderEliminarNo quiero hacerme pesada por lo que os reitero mi felicitación y ánimo a seguir pues alguien se acordará de vosotros en unos años. De eso estoy segura.
Un abrazo Cristina,
Carmen
P.D. Me he permitido recomentar este blog a unos amigos que también son de vuestro gremio (no sé como aterrizo con docentes con frecuencia).
Gracias Carmen por tu comentario, por tus ánimos, por tu felicitación, por tus recomendaciones y, sobre todo, por estar atenta a este gran mundo que es la Educación (escrita con mayúsculas, que es algo muy importante).
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y, de nuevo, gracias por tu reflexión.