Abrimos puertas, cerramos ventanas, damos vueltas y vueltas a ver cómo podemos animar a que las familias participen más y mejor (sobre todo en los cursos altos, que en los pequeños parece que "todavía les quieren") (es una broma que suelo hacer en las reuniones, cargada de verdad), les invitamos a entrar en clase, a participar, a dar una vuelta y contarnos cosas. Y luego llegan las instituciones y les prohíben la entrada, les cierran las puertas y echan el candado.
Una vez más me pregunto por qué quien hace las leyes de educación es gente que jamás ha pisado un aula.
Queremos a las familias en las escuelas: son FUNDAMENTALES en el proceso de aprendizaje de sus hijos.
Queremos a las familias en las escuelas: todo es más fácil con ellos
Queremos a las familias en las escuelas: si alguien puede ayudar, son ellas, quienes conocen a nuestro alumnos.
Queremos a las familias en las escuelas: su trabajo mejora el nuestro.
Queremos a las familias en las escuelas: tienen mucho que enseñar.
Queremos a las familias en las escuelas: son un ejemplo.
Queremos a las familias en las escuelas: sin ellas nuestro trabajo valdrá menos.
Queremos a las familias en las escuelas y, más que quererles, les necesitamos.
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