Cuando las vacaciones de verano ya huelen a final, cuando parece que "lo bueno se acaba" (y no lo digo por las vacaciones, ojalá fuera por eso), me encuentro en la vorágine de las fiestas de Palencia, tratando de no desordenar demasiado los horarios para no llegar el primer día de colegio con cara de adolescente.
No va a ser posible. Voy a salir, brincar, bailar y luchar contra lo que me duele (empiezo y no acabo) (físicamente, digo) y, el lunes: ¡que nos quiten lo bailao! (y vive Dios que lo están intentando)
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